Chema Lobo

Asesor estratégico

Chema es un todoterreno de la producción audiovisual y un excelente comercial. Tras haber sido premiado por su alto índice de ventas en su anterior empresa, con veintitantos años creó su propia televisión local en El Puerto de Santa María (Cádiz): la NTV, que formaba parte de la compañía madre Human Business Group (HBG), que él mismo fundara junto a su socia Carmen Flores. Lo primero fue la productora. Luego la NTV, que surgió ante la necesidad de dar salida a toda la producción acumulada y a los compromisos comerciales adquiridos tras un acuerdo con una TV local, roto por ésta en el último momento de forma tan sorpresiva como injustificada. Lejos de amilanarse, siguió adelante.

Su talento excepcional para el emprendimiento y la comunicación hace de él un «artesano» de los medios audiovisuales. Porque toca todos los palos: cámara, realizador, editor, gestor, productor… Él mismo diseñó y montó el plató de su productora en el local de una antigua discoteca, superando serios problemas técnicos como la construcción de la estructura metálica necesaria para hacer de una cámara convencional una cabeza caliente (tipo de cámara) ante la imposibilidad de asumir su alto coste —con excelentes resultados, por cierto—, o el tratamiento exquisito del color y el maquillaje, adaptado a la clase de luz utilizada. Llegó a presentar, incluso, su propio programa: Saber escuchar, en el que entrevistaba con un corte intimista, sin preguntas estridentes ni interrupciones innecesarias, a personajes tan populares como Jesulín de Ubrique y a gente tan corriente como el dueño del establecimiento de la esquina.

Tras un tiempo emitiendo programas propios y producciones externas, ideó un formato «imposible» con el que logró el milagro de hacerla rentable sin ayuda oficial y sin depender de ningún partido político. La televisión se transformó en espacios comerciales, armónicamente enlazados, tratados con rigor, cuidado y sensibilidad. Tras conversar horas con sus clientes, Chema confeccionaba el guión y les ponía delante de la cámara para que, siguiendo sus instrucciones, fueran ellos mismos los que comunicasen las bondades de sus productos o servicios. Si tenían que llevarse días grabando, lo hacían. ¿El resultado? Las ventas de las empresas publicitadas subían. La gente veía los espacios porque les resultaban atractivos en sí mismos (nada que ver con los micro-espacios comerciales al uso). El éxito duró hasta el reparto de las licencias de la TDT. Y ya he mencionado antes que la tele de Chema no dependía de ningún partido político. A buen entendedor…